La Fiesta del Chivo, 2ª semana

Etiquetas:

¿A que no sabéis dónde pasé la mañana el jueves?

En la corte criminal de Manhattan, claro.

No, no. El leer El Chivo no me ha llevado a una vida de crímenes. Es que dos cuáqueros detenidos por la desobediencia civil habían pedido el apoyo de la comunidad cuáquera en el tribunal, así que los que pudimos fuimos a estar con ellos y para ser una presencia espiritual en el tribunal. Y para no ser una presencia aburrida en los trenes y autobuses en el camino, me llevé El Chivo, y lo sucedido en el tribunal me puso a reflexionar.

Lo que pasó:

Hace un rato varias personas, entre ellas dos cuáqueros, participaron en un acto de desobediencia civil. (No sé si ocurrió en este caso, ya que no lo organizaron los cuáqueros, pero si habrán muchas personas en una protesta, se suele avisar por adelantado a la policía: qué, dónde, cuándo, cuántas personas, y que no habrá ningún tipo de violencia.) La policía les detuvo y pasaron 30 horas en una celda. La cuáquera con quien hablé me dijo que las había pasado charlando, cantando un poco, y entrevistando a las demás mujeres en la celda.

En el tribunal, el juez pareció un tanto aburrido pero bromeaba de vez en cuando. Llamaron a los acusados uno tras otro antes del juez, y el fiscal les ofreció el trabajo comunitario. Uno tras otro dijo que no, que prefería un juicio. Y a uno tras otro se le dio una fecha para el juicio. Uno pidió un día en particular ya que es profesor y tiene que enseñar el día que se le dio. El juez le pidió disculpas por no poder cambiarlo al día preferido y ofreció dos fechas alternativas. Y ya.

Después, los cuáqueros fuimos a almorzar a un restaurante. Durante la comida, se nos ocurrió otra solución para evitar el juicio sin aceptar cualquier trabajo comunitario que se asigna al azar: ofrecer al fiscal aceptar el doble del castigo a cambio de poder hacer el trabajo en una organización que apoye su causa. A ver si los demás acusados y el fiscal estén de acuerdo.

Lo que habría pasado si estuviéramos mil kilómetros al sudeste y hace 50 años y en un libro de Vargas LLosa:

Un grupo se reúne en secreto para hablar de la resistencia y planear un acto de desobediencia civil. Tienen miedo de que alguien les traicione y avise a la policía. Luego, cometen el crimen. La policía les detiene y desaparecen de la faz de la tierra. La noticia corre de boca en boca. Las familias ahora viven bajo sospecha y nadie se atreve a ayudarles ni apoyarles, mientras a los acusados se les tortura y por fin les mata y les tira a los tiburones.

Por otra parte, es notable el ego de Trujillo y la fragilidad del mismo, que motiva muchas de sus decisiones. Me pregunto cuántos líderes mundiales, sean dictadores o no, tengan eso en común con el Chivo.

Comparte el artículo

Artículos relacionados

2 Reacciones a La Fiesta del Chivo, 2ª semana

noviembre 17, 2009

Afortunadamente, en la R. Dominicana, hubo gente que no perdió la dignidad y siguió luchando y oponiéndose al dictador aún a costa de sus vidas.

Desgraciadamente, estas atrocidades que sucedían hace 50 años en la República Dominicana, siguen ocurriendo no tan lejos de los Estados Unidos, en Cuba y en otros países, como China, Marruecos, Irán, Irak, Paquistan... y otros muchos más (ya que tan solo uno me parecería mucho) que ahora no recuerdo.

A mí lo que me llama la atención es el razonamiento del dictador: para cometer todo tipo de delitos siempre se da la misma excusa: es por el bien general, es por los ciudadanos, él "se sacrifica".

noviembre 17, 2009

Es una pena que la democracia reinante en E.E.U.U., no se haya "exportado" a otros paises del contienente, del Río Grande para abajo. Contrariamente a eso, lamento decir que E.E:U.U. ha apoyado regímenes como el de Trujillo, y algunos otros, igualmente tiránicos, mientras le ha convenido.
No fueron los crímenes del "Benefactor" dominicano,los que le retiraron el apoyo de E.E.U.U., sino la presión de la opinioóm pública, alertada por algunos medios periodísticos y tambien la retirada del apoyo de la Iglesia
Católica, antes colaboradora de su régimen.
Vargas Llosa nos lo explica magistralmente y con toda claridad