Capítulo I

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                            (Óleo de Ernest Descals)


La primera impresión que me produce la novela es tristeza; estoy embargada de un malestar que me causa la atmósfera que se respira en el Café de Doña Rosa, donde las horas parecen tener noventa minutos.
El tedio lo invade todo, el escenario y  cada uno de los personajes que Cela empieza a encuadrar y referenciar en una época de la historia de España bastante dura: La posguerra.

Cada escena es relatada desnuda de cualquier tipo de piedad. Son escenas muchas veces crueles como la vida misma; Elvirita, la Señora del hijo muerto, Martín Marco expulsado del café...todo rezuma sordidez, amargura, melancolía. Parece que la vida se ralentiza ante la ausencia de contenido  -"Hay tardes en que la conversación  muere de mesa en mesa, una conversación sobre gatas paridas, o sobre el suministro, o sobre aquel niño muerto..."

La constante humillación a la que someten a los personajes: camareros, echadores, cerilleros, limpias...(Dicho sea de paso  hace un recorrido por oficios extinguidos).

La Colmena iba a ser parte de una serie de libros llamados Caminos Inciertos. Quizás la censura hizo que se quedara sólo en uno.
Aún no entiendo el por qué de la censura de su publicación, quizás en los capítulos siguientes encontraremos la razón.

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4 Reacciones a Capítulo I

mayo 11, 2010

Puede que se censurara por ser un retrato demasiado fiel del ambiente que se vivía.

Lo irónico es que Cela, a su vez, fue censurador, trabajo para el que él mismo se postuló.

Me encanta el cuadro.

mayo 12, 2010

El censor censurado. Eso está bien. Haz lo que digo, no lo que hago...¿A qué me suena?. Creo que está de plena actualidad.
Descubrí a Ernest Descals de casualidad, en su página tienes toda su obra, a mi me parece buena.
Música propuesta:
En el Café los músicos tocan Luisa Fernanda.
http://www.youtube.com/watch?v=mU1oAX-Z250&feature=related

Madrina E.
mayo 26, 2010

El cuadro elegido es precioso "pulga", muy bien elegido.

Coincido contigo en que el ambiente es un poco deprimente pero a su vez, el bar de Doña Rosa tiene mucha vida, unos entran y otros salen y los camareros tienen que estar pendientes de que haya existencias para servir a todos los que pasan por ahí. Yo he deducido que tienen que ser muchos cada día por los comentarios sobre las provisiones.
Me está gustando.

mayo 28, 2010

A mí me da la impresión de que la clientela del café Las Delicias es de lo más variopinta. Hay gente acomodada que va a merendar allí todos los días, como hay muertos de hambre que necesitan un sitio caliente para matar el tiempo. Eso es lo deprimente. La imagen de gente vagando por las calles frías de Madrid en diciembre hasta bien entrada la noche.